jueves, 19 de febrero de 2009

Existen los Afrodisiacos?

Claudia Campos. MHS

Desde tiempo inmemorial hemos buscado la sustancia o alimento capaz de incrementar nuestro vigor y deseo sexual, o que nos ayude a mejorar nuestro desempeño sexual.
Esto ha provocado que se hable acerca de que algunos alimentos. Como por ejemplo de los mariscos que se dice que mejoran la capacidad sexual. Al respecto podemos decir que no existe ninguna investigación que haya comprobado que algún alimento aumente o disminuya la capacidad sexual; lo que sí es importante para un buen funcionamiento no solo sexual, sino corporal, es una alimentación sana y balanceada.
Igualmente se habla de cremas, drogas y otros medicamentos con efectos afrodisiacos. Podríamos decir que esto es cierto, dependiendo de lo que se entienda por afrodisiaco. Si definimos afrodisiacos, como aquellas sustancias que incrementan las capacidades físicas: mayor número de erecciones, mas potencia, en este sentido no hay alimento, aceite o crema alguna que logre estos resultados.
Pero por otra parte si consideramos afrodisiaco aquellas sustancias que despiertan o aumentan el deseo, y las sensaciones subjetivas de placer, podremos darnos cuenta entonces, que varias cosas, como: una flor, una canción, o una crema en una situación determinada, se convierten en afrodisiaco.
Ya que el deseo y la excitación sexual es una respuesta a estímulos internos como un recuerdo, la fantasía, la imaginación, y/o a estímulos externos que son de carácter muy personal, por ejemplo: la ternura, las caricias, los contactos, son estímulos eficaces para despertar ese deseo y excitación en algunas personas, mientras que para otras pueden ser las imágenes, los olores, y/o los sonidos. Por eso pretender que una simple sustancia origine por si sola estos sentimientos no es mas que un mito.
En realidad el mejor afrodisiaco esta en nuestra mente, en la atracción hacia nuestra pareja, en hacer que cada momento con ella se convierta en un elemento afrodisiaco, que nos permita incrementar el placer y la comunicación.
Claudia Campos. Psicóloga Clínica. Master en Sexualidad Humana y consejería de Pareja.

jueves, 12 de febrero de 2009

¡Amar a una persona divorciada!

Claudia Campos. MHS
Si usted se enamoró de una persona que ya estuvo casada, el fantasma del o la ex puede ser el más grande enemigo de su relación, si usted no lo sabe manejar.
Puede ser que usted sea una de esas mujeres que se tortura pensando que ellos en algún momento de sus vidas compartieron algo más que un noviazgo y que vivieron intensos momentos de amor y hasta soñaron con vivir juntos por el resto de sus vidas. O que usted sea uno de esos hombres que desea saber si usted es mejor que el ex en la intimidad ¡Cuidado!. Estos pensamientos lo pueden llevar a sentir el doloroso sentimiento de los celos, convertirlo en una persona insegura, triste y resentida.
Haga un alto a sus pensamientos y en lugar de dejarse consumir de dolor reflexione sinceramente sobre lo siguiente:
• El pasado de su compañero no le pertenece: posiblemente ustedes ni se conocían. Entonces, ¿por qué le causan tanto dolor situaciones durante las cuales aún eran dos desconocidos? Recuerde a quién pertenecía su corazón durante esa época. Usted también tiene un pasado, quizás hasta también estuvo casado con otra persona... y seguramente también vivió momentos de felicidad. No sea injusto y olvídese de reclamarle al otro el pecado de no haber permanecido haciendo votos de castidad hasta que usted llegara a su vida.
• Reflexione acerca de si mismo; ¿no será tal vez que no soporta la idea de no ser el centro del universo para su actual pareja, aún cuando se trate de cosas del pasado?
Trate de no meterse en la relación que tienen ellos especialmente si tienen hijos. Manténgase centrada en su pareja y en sus sentimientos, no juegue a ser el o la tercera en discordia. Cuide su propia relación con la persona que ama, sea comprensivo o tome distancia del tema teniendo como límite el respeto por sí mismo.
Concéntrese en lo que usted y su pareja están formando, es lo que está vivo, recuerde que la o el ex es el pasado y usted es el presente.

Claudia Campos. Psicóloga Clínica. Master en Sexualidad Humana y consejería de Pareja.

martes, 3 de febrero de 2009

El arte de discutir

Claudia Campos. MHS
La divergencia no es de sexos, es humana. Con esta expresión quiero hacer referencia a lo humano que resulta el desacuerdo, el conflicto, el gesto contrariado y los malos entendidos. Basta que dos seres humanos estén juntos, no importa su sexo para que se establezcan y se coloquen en un mismo espacio las diferencias entre ellos. Diferencias que se dan por razones genéticas, culturales, ambientales, de raza, de personalidad y de particularidades de cada uno. Y con mayor razón cuando se trata de dos seres humanos que comparten la cotidianidad: ya que está trae consigo múltiples alegrías pero también tristezas, angustias, cansancio, discusiones y conflictos.
Pero no siempre las discusiones son sinónimo de peleas irreconciliables. Es mas si aprendemos a discutir, estas pueden ser muy productivas para la pareja. Pero es importante tener en cuenta algunas reglas generales que nos pueden servir a la hora de discutir y poder así llegar a tener una conversación exitosa.
La regla de oro número uno Piense antes de hablar. No “descargue” en su pareja todo su enojo sin detenerse a pensar un instante. Antes de hacer un reproche o levantar el dedo acusador, mejor exprese genuinamente sus sentimientos antes de tratar de suponer los del otro. Deje de lado el estilo agresivo, irónico y prepotente y reemplácelo por un tono más cordial. Dialogar es intercambiar ideas, opiniones y sentimientos; no significa competir. Y para ello es importante antes de empezar a discutir, asegurarse de que su pareja esté dispuesta a escuchar, de lo contrario, gastará tiempo y saliva inútilmente.
Discúlpese cuando se equivoca. Deje de lado su orgullo es importante que reconozca su error y lo exprese en forma clara y con humildad.
Recuerde que en este dialogo no existen ganadores o perdedores, sino personas que en ocasiones ceden y en otras consiguen el apoyo del compañero. Busque permanente el equilibrio en el que ninguno se sienta manejador del otro ni manejado por él.

Claudia Campos. Psicologa Clinica/Sexologa/Terapista pareja