jueves, 24 de abril de 2008

Tus orgasmos y los de el...

Claudia Campos. MHS


Muchas parejas aún persisten en la búsqueda de lo que ellas creen es el ideal de una excelente relación sexual. Ya que consideran que ser compatibles como pareja en el plano sexual es la búsqueda del Orgasmo simultaneo.
Vivimos tan condicionados por un modelo sexual de reciprocidad, que cualquier otra cosa resulta artificial y no satisfactoria. De allí que hombres y mujeres crean que obtener un orgasmo al mismo tiempo que su pareja es la máxima expresión de su realización como amantes.
Si miramos la respuesta fisiológica de hombres y mujeres para lograr un orgasmo, podemos entender mejor este concepto. Los hombres tienden a excitarse más fácil y rápido. Las mujeres en cambio necesitamos un tiempo bastante mayor de estimulación. Por eso lograr la simultaneidad no es tan fácil en ocasiones. Es maravilloso cuando sucede pero en realidad no ocurre todas las veces. Se necesita tiempo, conocimiento y entrenamiento para lograrlo.
Hablo de tiempo, pues muchas parejas solo con el paso de los años, aprenden a lograr un orgasmo simultáneo y para otras es imposible lograrlo, sin que por ello su relación sea menos excitante y placentera.
Conocimiento, ya que aprender a conocer el cuerpo de la pareja, sus sensaciones y reacciones ante los diferentes estímulos, es de vital importancia para lograr una adecuada excitación y un orgasmo.
Entrenamiento, una de las maneras de irse “entrenando” es a través del juego; tomando turnos es un buen ejemplo, uno será primero el dador y el otro el receptor, intercambiando luego los papeles.
Así cada uno puede recibir y disfrutar todas aquellas caricias que le resulten placenteras, tomándose su tiempo para disfrutar de su propio placer, convirtiendo este juego en una profunda y enriquecedora experiencia. Igualmente una forma de ayudar a nuestro compañero sexual para que se demore en alcanzar el orgasmo es detenerse ya sea cambiando de posición o de lugar cuando ambos estén excitados y reanudar las caricias una vez se hayan “enfriado”. Ya que el orgasmo simultaneo ocurre cuando un hombre reduce un poco su velocidad y la mujer acelera de manera que ambos se encuentren en el medio.
Es importante recordar que los orgasmos simultáneos constituyen la excepción y no la regla, el problema comienza cuando se convierte en la única meta de la pareja y le restamos importancia y posibilidades a las múltiples opciones placenteras de la interacción amorosa; ya que la relación se convierte en cronometrar tiempos en lugar de brindar y recibir afecto y placer.

La rutina enemiga del amor

Claudia Campos. MHS.

Un día tras otro vivido de la misma forma, el hecho de cumplir siempre con los mismos horarios y costumbres, puede transformar su vida de pareja en una relación sin vida y aburrida.
Y es que el trabajo de la casa, las dobles jornadas de trabajo, los hijos e hijas, los compromisos laborales y todas esas actividades que enfrentamos cada día, hacen que caigamos en una rutina diaria, que sin darnos cuenta trasladamos a nuestra vida conyugal. Y definitivamente hasta la pasión más grande acaba aniquilada por la monotonía, el desinterés y el aburrimiento.
Es verdad que el camino del amor no es fácil, y más si le agregamos la carga de las complicaciones diarias.
Sin embargo, existen alternativas a la hora de querer cambiar nuestra monótona y aburrida vida de pareja y salir adelante: para ello es importante aceptar que el pasado no se puede cambiar, aprender de los errores cometidos, analizar el presente y decidir trabajar para el futuro, este es un buen comienzo; sobre todo para aquellas parejas que se niegan a que el paso del tiempo opaque el amor.
La verdad es que siempre existirán obstáculos que superar, pero de eso se trata el amor, de asumirlo con todo y sus retos. La estabilidad de la pareja es frágil, incluso para quienes la construyen sobre bases sólidas.
La falta de delicadeza, de ternura, de detalles; la incomunicación, la desconsideración, son pequeñas agresiones que deterioran el vínculo amoroso.
Y un amor que no se cuida empobrece y puede ser atacado por el virus del desencanto, el aburrimiento, el desinterés sexual y muchos otros conflictos cotidianos que terminan por arruinar la relación de pareja.
Es importante detectar los problemas en sus inicios y atacarlos con la comprensión y el diálogo. Entender que la mejor manera de evitar la rutina es conservar el interés por el otro, por la intimidad y dedicarle tiempo a la pareja.
A veces creemos que tenemos cosas más urgentes que resolver, y poco tiempo para hablar con la pareja y para dedicarle una parte del día a nuestra intimidad. Y al final, siempre terminamos postergando ese espacio dedicado a nuestra pareja, o lo que es peor “hacemos el amor” como si fuera una actividad más a cumplir en el día y no como una expresión de deseo y amor.
La solución esta en que los dos se propongan hacer un cambio y hacer todo lo posible para intentarlo. Aprovechar ese ratito en que los hijos/as no están en casa y hacer el amor, esto puede resultar muy excitante para los dos. Así como también resultará estimulante dejar por unas horas a los chicos con los abuelos o amigos para disfrutar de una salida como si fueran novios.
Sólo es cuestión de poner en marcha la creatividad y la imaginación; si los dos se comprometen y se dan permiso para volver a jugar y a sorprenderse, ya habrán dado el primer paso para ganarle a la rutina.
SUERTE!!!

¿Nuestra media naranja?

Claudia Campos. MHS

La pareja ideal no existe. Muchas de las causas de frustración y separación nacen cuando las personas descubren que el príncipe azul o la princesa encantada son seres humanos comunes y corrientes que no necesariamente ven el mundo como nosotros. Aprender a conocerlos y a amarlos es parte fundamental de la construcción de un vínculo estable, duradero y enriquecedor.
¿Alguna vez le han dicho que usted es la “media naranja” que estaban buscando? Cuidado. Sin darse cuenta están desconociendo que usted es una persona completa, un mundo independiente, aunque con necesidades. Esperan que usted sea el complemento de “otra mitad”, que definitivamente tampoco es el suyo, para entonces ser la naranja completa y alcanzar la felicidad.
Muchas parejas se casan con el error de las típicas frases “Eres mi otra mitad”... “Encontré mi media naranja”... pero la gran mayoría no piensan en encontrar la mitad que les falta, sino en hallar su igual, esa persona que hace todo lo que él o ella hacen, y también tiene sus mismos gustos. Después, con el paso del tiempo, viene la desilusión que hace que muchas parejas decidan separarse, aunque también muchas otras prefieren buscar ayuda profesional antes de renunciar a la relación.
La verdad es que cuando se está enamorado, no se tienen necesidades. Todo está a la medida de lo que se quiere y necesita, pero es probable que lo que antes se veía como cualidad en la pareja, se transforme en defecto, porque efectivamente, en ese pequeño mundo pero completo que es cada persona, hay defectos y cualidades, pero también necesidades.
Necesidades afectivas, sexuales, de comunicación (verbal y no verbal), de sociabilidad, de independencia, manejo de finanzas, de definir un rol en el hogar, son algunas de esas necesidades que la mayoría de las personas tienen, pero que nunca se expresan, porque generalmente el portador no es consciente de que las tiene. En realidad el reto de amar sin perder la individualidad, significa no permitir que lo absorban, ni pretender poseer al otro. Significa permitir que ese otro a quien amamos sea el mismo e independiente.
Al respecto Fritz Perls un famoso terapeuta, plantea el asunto de la independencia con gran claridad, para muchos puede resultar duro o “poco romántico”, pero debería ser una realidad.
“Yo soy yo y tú eres tú
Tú haces tus cosa y yo las mías.
Yo no estoy en este mundo para llenar todas tus necesidades y
tú no estas para llenar todas las mías.
Donde nos encontremos y tengamos algo en común,
¡maravilloso, disfrutémoslo!
Donde no nos encontremos ni tengamos en común,
tratemos de entenderlo y respetémoslo.
Siempre podemos estar construyendo, poco a poco.

martes, 1 de abril de 2008

Cuando el amor se acaba

Claudia Campos. MHS

La gran mayoría de las mujeres cuando nos enamoramos y tenemos una pareja, creemos que es el amor de nuestra vida, que será siempre él, solo él y nadie más que él. Por eso cuando la realidad golpea a nuestra puerta y ese” él”, nos dice adiós, rompe no solo nuestro corazón, sino la fantasía, el sueño y las creencias que desde niñas nos inculcaron: un amor para toda la vida.
Y es que nunca o casi nunca nos hemos puesto a pensar que amar conlleva un riesgo, el riesgo que da las mismas características del amor. Un amor cambiante, insaciable y móvil. O como lo define Florence Thomas Psicóloga y feminista Francesa “un amor nómada, aventurero y solo excepcionalmente, para siempre”.
Por eso saber decir adiós y entender que ese hombre que idealizamos junto a nosotras para toda la vida, ya no estará allí y que tenemos que dejarlo ir, es una prueba titánica y desmesurada para cualquier mujer.
Saber terminar es saber decir adiós sin odio. Es aprender a recordar sin rabia y con nostalgia porque esa historia que esta llegando a su fin estará ahí para siempre y habrá que saber vivir con ella, a pesar de ella, e incluso, gracias a ella.
Saber que cada historia de amor que vivimos se inscribe en la memoria pero también en el cuerpo y no será posible olvidarla nunca.
Que en la medida que existan más mujeres capaces de “existir” por si mismas, habrá menos dolor ante la ruptura, menos traumas. Mas entendimiento de que ese hombre que ya no las ama, no es un desalmado, tan solo es un ser vivo, un hombre cobarde tal vez, pero vivo. Saber terminar es haber entendido que amar es un riego y que ese riesgo volverá a estar presente en su vida antes de lo que usted se imagina.